En el Centro Histórico y su avenida más representativa, el Paseo de Montejo en Mérida Yucatán, se observa el abandono y deterioro de edificaciones que conforman el paisaje urbano arquitectónico de la ciudad. Estas construcciones en su mayoría pertenecen a la propiedad privada y algunas han sido declaradas como patrimonio edificado. Sin embargo, muchas de estas construcciones que recrean la imagen de identidad de la ciudad se dejan al olvido, acabando en ruinas, que más tarde se sustituyen con nuevas edificaciones y sistemas constructivos contemporáneos sin ningún parámetro o relación de integración, contribuyendo así a la destrucción de la imagen urbano-arquitectónica histórica que configura la riqueza de la ciudad como unidad paisajística.
Esta arquitectura es olvidada y no atendida. Es perturbadora la falta de interés, información, y contradicciones sobre una cultura que no conserva y rescata la riqueza de su “imagen urbana” en su conjunto como valor patrimonial dentro de su huella territorial, que es única e irrepetible en tiempo y espacio.
Es necesario profundizar en esta arquitectura olvidada, y hacer manifiesta la importancia de estas obras, que sumadas conforman la identidad de la ciudad de Mérida. Cada obra es un registro existente de su especie como un colectivo que ha dejado un legado de cada uno de sus actores presentes y anónimos.
La ciudad de Mérida, en un principio presenta una dualidad impresionante; por un lado, el toque tradicional que la define, el Centro Histórico conformado por barrios de calles y lugares que han perdurado a lo largo del tiempo los cuales representan su origen cultural más amplio. Por otro lado, la ciudad cuenta con una importante influencia arquitectónica de estilo francés con antiguas residencias y monumentos que se definen principalmente en el Paseo de Montejo.
Con un carácter metodológico, partiendo de la interpretación de las ciudades latinoamericanas, es necesario realizar una concepción de la dinámica espacial que nos permita ubicar a esta estructura como producto de situaciones históricas concretas.
Esta estructura presenta modelos caracterizados por diversos momentos simultaneo o sincrónicos; provenientes desde su fundación o como asentamientos de desarrollo similar, lo que conlleva a reacciones provocadas a lo largo de la historia moderna por las condiciones de especulación del mercado inmobiliario, que aumenta o disminuye los valores del suelo urbano de acuerdo a los modelos comerciales, sin considerar la sociedad que la habita y su propio desarrollo urbano.
En virtud de la compleja y fascinante ciudad de Mérida propongo realizar como primera instancia un registro fotográfico de la imagen urbano-arquitectónica que se está perdiendo como testimonio gráfico. La imagen fotográfica de la arquitectura es parte de la memoria de la ciudad.
Para efectos del desarrollo del presente trabajo, Arquitectura del Olvido- “El Paseo de Montejo” se acota para su estudio la sección correspondiente al tramo de la calle 47 (Monumento a Los Montejo) a la calle 58ª-Romulo Roso (Monumento a la Patria) por considerarse el de mayor interés por su riqueza urbano-arquitectónica, histórica y cultural.
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1. Monumento a los Montejo | 3. Monumento a Justo Sierra |
2. Monumento a Felipe Carrillo Puerto | 4. Monumento a la Patria |
1 MONUMENTO A LOS MONTEJO. Hay un debate público en Yucatán (como si no tuviéramos cosas más importantes para dirimir), hasta cierto punto primitivo y torpe, respecto de la conveniencia según algunos de quitar (sí, de derrumbar) la recién inaugurada estatua que conmemora a los Montejo, padre –el Adelantado- e hijo -el Mozo-, quienes junto con un tercer Montejo que no aparece en el grupo escultórico, el sobrino del Adelantado, fueron los conquistadores en nombre del imperio español de la Península de Yucatán, la tierra del Mayab, en los albores del siglo XVI y fundadores de la Ciudad de Mérida en 1542.
Los detractores del monumento usan como argumento principal para su exigencia de eliminar la obra que desde hace unos pocos meses adorna el Paseo de Montejo en la capital yucateca, la maldad y la injusticia aplicada por los conquistadores a quienes ahora se recuerda, y desde luego, lo inicuo de una guerra de conquista que hace cinco siglos sometió a los mayas, habitantes y dueños de la región hasta la llegada de los europeos, que impusieron por la fuerza su tecnología, su religión y su control social, político y económico a lo largo de los tres siguientes siglos, hasta que vino el momento emancipador, a principios del siglo XIX, que constituyó al Yucatán que hoy conocemos como parte, no sin ajetreos, de la república mexicana.
Diríase que esta petición de algunos de derribar lo que no les gusta es por lo menos insólita y está plagada de curiosidades que motivan este editorial.
Curioso momento de juzgar a los conquistadores. Se dice, para justificar, que es propicio el bicentenario de la guerra de independencia que nos embarga en estos días y que ciertamente nos obligaría a no rendir homenaje a quienes dominaron por la vía de la violencia a los habitantes primigenios de la península.
Más curioso el hecho que quienes quieren derruir la estatua, plantean hacerlo en el idioma de quienes fueron los conquistadores. Ninguno de los manifestantes que exigen la demolición, que se haya sabido, habla la lengua maya.
Aún más curioso todavía es que el monumento está emplazado en la principal avenida de Mérida que recibe precisamente el nombre del conquistador, en el Paseo de Montejo. Por cierto, y es curioso también, que en el otro extremo de la propia avenida meridana se encuentra el monumento dedicado a Gonzalo Guerrero, personaje denominado en la península el padre del mestizaje, español, andaluz por más señas, que llegó a estos lares como náufrago, poco antes que los Montejo, y quien después de escapar de la muerte que estuvieron a punto de causarle los mayas (como lo hicieron con sus compañeros de naufragio, con excepción de él mismo y de Jerónimo de Aguilar, que más tarde se reuniría con Cortés para emprender la conquista del altiplano), se refugió entre ellos y fundó familia engendrando prole, para después renunciar a su patria de origen, a su rey, a su religión y combatir a sus paisanos, comandando inclusive tropas mayas en la defensa del territorio que buscaban avasallar los conquistadores.
Curioso es también que en Yucatán hay monumentos conspicuos conmemorando a personajes como Fray Diego de Landa, religioso responsable de la destrucción dramática de códices y piezas invaluables para la comprensión de la historia de los mayas, en aquel famoso “auto de fe”, en la población de Maní, el 12 de julio de 1562. Nadie, nunca, se ha quejado ni pedido la destrucción de su estatua(s) ¿Será porque éste era sólo un conquistador de almas y no guerrero como los otros? ¿Porque éste era un religioso franciscano protegido por la inquisición, que quería muy seguramente el bien de los indígenas mayas?
Curioso es que en Mérida, que así se llama nuestra ciudad porque los conquistadores le pusieron el nombre por petición de los extremeños que venían en la expedición de conquista, vivan bien y bonito los detractores monumentales, y ninguno, nunca, que yo sepa, ha pedido que vuelva a llamarse T’Hó, nombre de la ciudad prehispánica que había sido abandonada y en cuyas ruinas Francisco de Montejo y León, el Mozo, que aparece con armadura en el conjunto escultórico, se asentó por instrucciones de su padre.
Y curioso que en esa Mérida y en todo Yucatán, se sigan construyendo fraccionamientos, bautizándolos con el nombre de quien conquistó y nadie vaya a quemar las casas de los mayas, mestizos y criollos que en esos barrios viven. Curioso es, en fin, que a estas alturas de la historia vengan unos trasnochados a reivindicar las derrotas de un pueblo, al que esos mismos trasnochados humillan y explotan sin misericordia (o al menos observan pasivamente que eso suceda sin hacer nada efectivo por evitarlo) para pedir que se destruya un monumento que lo único que hace es recordar a una mitad de nuestros orígenes.
El mismo derecho tendrían y tienen, en el Yucatán actual, de figurar con monumentos erigidos a su memoria los Montejo, Gonzalo Guerrero, Nachi Cocom, Tutul Xiu, el mismísimo Zamná, sacerdote y dios del panteón maya, y hasta el cura franciscano Diego de Landa, quien después quiso redimirse, quizá para compensar, escribiendo su famosa “Relación de las cosas de Yucatán”. Todos ellos finalmente, vale la pena recordarlo, son padres fundadores de lo que somos.
Recordemos también que la cultura del monumento pretende por sí misma de hablar a todas las épocas. El monumento no es necesariamente un símbolo de pleitesía o de sometimiento, como algún exagerado ha dicho en medio de estos debates tristes, sino que es, como su propia definición plantea, una obra pública puesta en memoria de una acción singular. Y los Montejo, vaya que protagonizaron una acción singularísima, gracias a la cual todos los parlanchines, incluyéndome a mí mismo, estamos hoy y aquí, tomándonos sorbetes en el "Colón" (of all names) del Paseo de Montejo, por las viejas e irreconocibles calzadas de T'Hó.
2 MONUMENTO A FELIPE CARRILLO PUERTO. La historia de esta construcción inicia en 1918 cuando se proyectó construir en aquella glorieta un monumento a Nachi Cocom, para ello se colocó la primera piedra el 12 de octubre de aquel año cuando gobernaba y la obra se encargó al escultor Juan Manuel Cordero, sin embargo, sólo se terminó la base y el monumento quedó inconcluso.
Tras el asesinato de Felipe Carrillo Puerto, ocurrido el 3 de enero de 1924, el Ayuntamiento de Mérida decidió edificar un monumento en su memoria, se pretendió para ello que estuviese en la glorieta que une la Avenida Colón con la Itzaés, sin embargo, conflictos políticos y la falta de recursos impidieron la obra.
A finales de 1925 el gobernador José María Iturralde Traconis encargó a los hermanos Leopoldo y Alfonso Tommasi López que concluyeran la obra. El monumento se construyó sobre la base que ya existía en piedra de Sotuta. Fue inaugurado casi al terminar la gestión de Iturralde el 24 de enero de 1926.
El obelisco presenta cuatro lados, en el sur se encuentra Felipe Carrillo Puerto entre dos indígenas mayas. La cara norte se presenta un hombre maya mirando al cielo. En las caras restantes se encuentran inscritas las leyendas «Plasmada en él está su raza» y «Su sangre fecundará a su pueblo», también se encuentra en esta cara la estrella flamígera, símbolo masónico.
3 MONUMENTO A JUSTO SIERRA. El doctor Justo Sierra O’Reilly fue un defensor de la clase socioeconómica a la que pertenecían los autores y gestores del Paseo de Montejo, por lo que dicha escultura es una muestra de agradecimiento a su posición política. Cabe mencionar, que de todos los monumentos, éste fue el primero que se colocó en Paseo de Montejo y está ubicado en el extremo norte de la avenida. El material del que está hecho es bronce y la realizó el escultor catalán Hondenden.
4 MONUMENTO A LA PATRIA. Diseño hecho por los yucatecos Manuel y Max Amábillis, padre e hijo respectivamente, y obra edificada por el artista colombiano Rómulo Rozo Peña. Con sus imponentes dimensiones, el Monumento a la Patria es el único en el país que cuenta gráficamente gran parte de la historia mexicana en sus muros y esculpidos. En la fachada principal destaca una figura femenina que tiene una vestimenta maya y entre sus manos está un portaestandarte del cual iza la Bandera Nacional.
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1. Las Casas Gemelas | 4. Casa Peón de Regil |
2. Palacio Cantón | 5. Casa Quinta Montes Molina |
3. Casa del Minarete | 6. Casa Vales |
1 LAS CASAS GEMELAS. Las casas cámara, conocidas por “Las Casas Gemelas”, edificadas en la primera década del siglo XX, ubicadas en el Paseo de Montejo, entre las calles 45 y 43. Fueron en su inicio propiedad de dos hermanos Ernesto y camilo Cámara Zavala quienes encargaron los planos a Francia, diseñados por el arquitecto M. Umbdenstack, y su construcción estuvo a cargo del ingeniero Manuel Cantón Ramos. Aunque se les conoce por gemelas tienen diferencias entre sí, los remates de cada una de ellas son diferentes, la orientada al norte tiene una terraza delimitada por balaustradas, y la del sur terminan sus ventanas con frontones semicirculares.
Una de las casas quedo inconclusa, fue adquirida por su actual dueño, el señor Mario Molina y se construyó en su totalidad; la otra casa fue comprada por el señor Fernando Barbachano, una vez siendo de su propiedad decidió remodelarla de acuerdo al estilo de su época, y es así hasta ahora como se conserva.
Se encuentran a medio nivel sobre el piso, cuentan con un sótano y un sótano y medio. El inmueble cuenta con diversos espacios: estancias, salas, corredores, algunos de ellos están sin uso por el deterioro y falta de mantenimiento.
En ambas destacan finos acabados de herrería en balcones y ventanas, y en las paredes destacan bellos relieves.
En el año 2014 se inició un proceso de enajenación para cederla al pueblo. Su heredera y actual residente Maruja Barbuchano Herrera, se opone a los cambios de uso del suelo para bancos, oficinas; permite a los pobladores aún de su disfrute.
Este conjunto arquitectónico, constituye uno de los más representativos del patrimonio histórico edificado del Paseo de Montejo y de la capital de Yucatán, sin embargo, estas Casas gemelas, acusan el desgaste y daños por el paso del tiempo y falta de conservación.
Las afectaciones se observan a simple vista en las fachadas, presentan perdida de color por la humedad y la radiación solar, problemas de deterioro y grietas. Ha causado estragos en puertas y ventanas, así como en las escaleras de acceso posterior.
La empresaria Maruja Barbachano, realiza grandes esfuerzos para mantener la jardinería y otras áreas verdes, esta joya del patrimonio histórico requiere de una pronta intervención por expertos en preservación.
En la propiedad de Mario Molina también se observa un serio deterioro y se empieza a notar desprendimiento de la piedra.
Estos edificios testigos mudos de la historia del siglo XIX, XX y XXI, reclaman su restauración y conservación, así como patrimonio cultural su apertura al público, ser rescatadas para la población y que no caigan en la iniciativa privada y en la pérdida de valores, como ha sucedido últimamente en gran parte del Paseo de Montejo perdiendo su identidad.
2 PALACIO CANTÓN. El general Francisco Cantón, logrando la venta del ferrocarril Mérida-Valladolid, del que también fue concesionario, logro con estos recursos, un edificio majestuoso que se convirtió en un referente de la sociedad opulenta de Yucatán de esa época de la industria henequera, muestra representativa del poder económico que alcanzó la denominada casta divina de Yucatán
El palacio Cantón, fue construido por el ingeniero arquitecto Manuel Cantón G. Se localiza en el número 485, calle 43 del paseo de Montejo, actualmente es el Museo Regional de Antropología de Yucatán, “Palacio Cantón”.
Se denomina así porque fue construido para ser la casa del general Francisco Cantón Rosado, gobernador de Yucatán. Fue habitado por su propietario hasta su muerte en 1917. Fue heredado a sus familiares que vivieron por varios años, más tarde en 1932 lo enajenaron al gobierno de Yucatán. Sirviendo a diversos usos como: sede de la Escuela Hidalgo; después alberga a la Escuela Estatal de Bellas Artes.
Más tarde en 1948, se declaró la residencia oficial de los gobernadores del estado. En 1966, se suscribió un convenio entre el Estado de Yucatán y el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), lo que permitió la creación del Museo.
Ramos sobrino del general, con el proyecto del arquitecto italiano Enrico Deserti. El diseño fue conceptualizado como un edificio ecléctico afrancesado , que conjunta elementos clásicos, neoclásicos y barrocos.
El inmueble destaca por su majestuosidad, dimensiones y materiales empleados en su construcción; algunos de ellos importados de Francia, Italia y Alemania, destacando el trabajo de mármol en varios tonos, los detalles interiores y exteriores fueron realizados por el escultor Michele Giacomio.
Este edificio ecléctico (BeauxArts, mediados del siglo XIX y principios del siglo XX), tiene las siguientes características: Columnas exentas y adosadas (algunas no estructurales), Arquitrabes y cornisas curvadas, dovelas flotantes en los arcos o claves fuera de eje, frontones y frontillas, sistemas de almohadillo, balcones salientes, frontones abiertos en parte central terminadas en volutas, entre otros.
El Museo Regional de Antropología de Yucatán resguarda importante colección de la cultura maya yucateca. En los salones del edificio su uso es cultural actualmente se presentan exposiciones tanto permanentes como temporales.
3 CASA DEL MINARETE. En el número 473, está ubicada la Casa Medina, mejor conocida por el “Minarete”, fue propiedad del Dr. Álvaro Medina Ayora. En 1908 fue construida por su hermano el ingeniero Miguel Medina en ese tiempo era Director de Obras Públicas del estado.
Construida en las postrimerías del porfiriato, tiene un estilo de arquitectura neoclásico, propia del siglo XIX . Esta residencia se encuentra desplantada a nivel de piso permitiendo espacio para el sótano al estilo francés para evitar inundaciones dentro de la casa, cuenta con un pórtico delimitado por columnas estilo jónico y un alto mirador de influencia morisca, este elemento distintivo “Minarete” (vigía que resguarda este recinto) tomado de las influencias árabes de boga en la península. No es la única casona con esta característica árabe en el extremo norte del Paseo se encontraba la casona denominada “la Casa de la Reina de Montejo”, propiedad ya desaparecida.
En 1971, los herederos del Dr. Medina dieron restauración general a la residencia para su conservación, respetaron los interesantes decorados de yeso en los plafones interiores con detalles alusivos a la agricultura de flores y elotes. También se conservan los sanitarios de porcelana y la escalera en espiral que conduce al mirador.
Posteriormente fue vendida, al ser restaurada escapo a la destrucción como patrimonio edificado, fungió como oficinas administrativas de importantes corporativos. Hoy en día con la belleza y la magia de su época, abre sus puertas. Donde originalmente debió haber un jardín con una fuente, ahora se extiende un estacionamiento que pertenece a la sede regional de las oficinas administrativas.
4 CASA PEÓN DE REGIL. La casa Peón de Regil es una magnifica residencia, se encuentra ubicada en el número 471, calle 35 mandada a construir por Pedro de Regil Cámara, rico hacendado henequero.
Fue construida en 1905, inspirada en el estilo neoclásico, su fachada de piedra labrada, balaustradas y vano con detalles helénicos y de orden dórico, jónico y corintio en columnas y capitales; así como detalles de pebeteros, escudos o guirnaldas.
Tiene bellos jardines compuestos por amplia vegetación y árboles frutales con más de un siglo de vida, que invitan a recorrerlos.
Los especialistas la ubican como el segundo inmueble en importancia que se edificó en el Paseo de Montejo, es una de las casas más visitadas por el turismo nacional y extranjero. Hoy en día, es sede de la oficina del Grupo Financiero Inbursa, propiedad del Ingeniero Carlos Slim Helú.
5 QUINTA MONTES MOLINA. Se encuentra localizada en la avenida Paseo de Montejo con el número 469, entre av. Colón y la calle 35. Fue mandada a construir por Don Aurelio Portuonda y Barceló, originario de la Habana Cuba. Se casó con doña Josefa de Regil Caseres, perteneciente a una distinguida familia de la ciudad, quedándose a vivir en Mérida.
Con amigos y allegados organiza una compañía para terminar las obras del Teatro Peón Contreras, y aprovecha a los mismos ingenieros para diseñar y construir su residencia.
En la época de la revolución, don Aurelio preocupado por la difícil situación política, emigra con toda su familia a Cuba.
La casona fue comprada por el señor Avelino Montes Linaje, también prominente hombre de negocios, originario de Santander, España. Al cumplir los trece años, al negarse a estudiar sus padres lo enviaron a México, donde un conocido lo acomodo en una buena familia de la Ciudad de Mérida. Inicio como recadero, entro como intermediario en el henequén. Trabajando con Olegario Molina Solís, (Gobernador de Yucatán 1902-1906), se casó con su hija María Molina Figueroa, tuvo siete hijos. A la muerte de Don Avelino (1956) la heredo su hija Josefina, quien procuro mantener la quinta.
Es una construcción representativa del Porfiriato, de estilo ecléctico con tendencia neoclásica, fue tomada en 1902, en 1915 paso a ser propiedad de la familia Montes Molina. Los cuartos y baños guardan la elegancia y gusto europeo, en el sótano se ubica la cocina, lavadero, bodegas, cuartos de servicio y la antigua cava. En el interior se observan los pisos de mármol de carrara, los mueves europeos de la época, preciosos candiles de cristal de Baccarat y de cristal de Murano, piezas Art Decó, relojes antiguos, esculturas de porcelana y albastro, las vajillas se han conservado con todo y los muebles originales de la época a través de las cuatro generaciones que han vivido en ello.
En febrero de 2003 sus nietos y bisnietos, decidieron compartir este legado con los pobladores y el público en general, abriendo sus puertas como “La Casa Museo Montes Molina”, en su tienda se ofrecen productos de artesanos y artistas locales. Los jardines que enmarcan esta señorial mansión, ofrecen servicios para la celebración de reuniones sociales, culturales y empresariales.
6 CASA VALES. La Casa Vales es otra residencia que conserva el esplendor del Paseo de Montejo. Aún mantiene el estilo neoclásico con columnas de orden Dórico, al igual que otras residencias del paseo.
Fue mandada a construir por Fernando Rendón en 1905 y concluida en 1908, durante el período de mayor bonanza económica en Yucatán, cuando el cultivo y la explotación del henequén era la principal actividad del Estado. Posteriormente fue vendida en 1914, al sr. Vales quién más tarde dio la mansión a su hijo Carlos Vales con motivo de su boda con Rosa María Cámara.
En la década de los 90’s, el inmueble fue adquirido por un grupo financiero que la restauró y construyó, adecuándole un segundo edificio que accede a la calle 56. Las obras de remodelación estuvieron bajo la dirección del Arq. Enrique Manero Peón, quien trabajó en numerosos rescates de propiedades en Mérida.
Facultad de Arquitectura - UNAM
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